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Guía completa para elegir el mejor agitador orbital para tu laboratorio

Los agitadores orbitales son esenciales en muchos laboratorios, pero elegir el modelo adecuado no siempre es fácil. En esta guía te explicamos los factores clave que debes tener en cuenta: tipo de agitador, capacidad, velocidad, diámetro de órbita y tecnología. Así podrás tomar la mejor decisión según tus necesidades.


Los agitadores orbitales de laboratorio son equipos imprescindibles para aplicaciones como cultivos celulares, suspensiones bacterianas, estudios de solubilidad y procedimientos de tinción o lavado. Gracias a su movimiento orbital controlado, garantizan una mezcla uniforme y eficiente de tus muestras. ¿Cómo elegir el modelo que mejor se adapta a tus necesidades? Te lo explicamos paso a paso.

1. El tipo de agitador: ¿abierto, con incubación o refrigerado?

Lo primero que debes tener en cuenta es el tipo de agitador orbital que requiere tu aplicación.

  • Agitadores abiertos: están diseñados para funcionar a temperatura ambiente, ya sea sobre la mesa de trabajo o dentro de cámaras, incubadores o frigoríficos. Son ideales para procedimientos que no requieren control térmico, como ciertas tinciones, lavados o estudios de solubilidad. Además, suelen ser más económicos al carecer de sistemas de calefacción o refrigeración.
  • Agitadores con incubación y/o refrigeración: son perfectos para trabajos que exigen un control preciso de la temperatura, como cultivos bacterianos a 37 °C o estudios de proteínas a temperaturas más bajas. Estos modelos ofrecen versatilidad y suelen estar disponibles en versiones de sobremesa, de suelo o incluso apilables.

Si tu trabajo implica el uso de incubadores de CO2, asegúrate de elegir un modelo compatible con estas condiciones para evitar daños por la alta humedad y el CO2.

 

2. ¿Qué capacidad debe tener un agitador orbital? Factores clave

La capacidad del agitador se determina tanto por el tamaño de la plataforma como por el peso máximo que puede soportar. Si necesitas agitar grandes volúmenes o muchos recipientes a la vez, busca modelos con plataformas amplias y mecanismos robustos, como los de triple excentricidad, que aseguran un movimiento estable incluso con cargas pesadas.

No olvides considerar el tipo y número de recipientes que vas a utilizar: matraces Erlenmeyer, vasos de precipitados, tubos o microplacas. Esto te ayudará a escoger el tamaño adecuado de plataforma.

3. ¿Qué diámetro orbital elegir según la aplicación?

El diámetro de órbita del agitador influye directamente en la transferencia de oxígeno, un factor esencial en los cultivos celulares. Como referencia:

  • <10 mm: ideal para microplacas y tubos pequeños.
  • 15-25 mm: la opción más versátil para matraces y vasos de hasta 2 litros.
  • >30 mm: recomendado para recipientes grandes de más de 2 litros o cultivos sensibles al cizallamiento.

 

4. ¿Cuál es la velocidad ideal de un agitador orbital?

La velocidad de agitación es clave para un crecimiento óptimo de cultivos o para procedimientos específicos como las tinciones. Por ejemplo:

  • Bacterias: ~250 rpm
  • Hongos: ~200 rpm
  • Levaduras: 120-300 rpm
  • Algas: ~110 rpm
  • Células de insectos: ~100 rpm
  • Tinciones: 15-70 rpm

Ten en cuenta que los modelos digitales suelen ofrecer un rango de velocidades más amplio y preciso, con ventajas añadidas como alarmas, sensores y opciones de conectividad para el registro de datos.

 

5. Tecnología: ¿analógico o digital?

Si buscas una solución sencilla y económica, un agitador analógico puede ser suficiente, aunque requerirá más mantenimiento (por ejemplo, cambio de escobillas del motor). Por el contrario, los agitadores digitales proporcionan mayor exactitud, menos necesidad de mantenimiento y funcionalidades avanzadas que facilitan el trabajo diario.

Conclusión

Elegir un agitador orbital es una decisión que debe basarse en el tipo de aplicación, el control de temperatura necesario, la carga de trabajo prevista y las funciones tecnológicas que deseas incorporar. Analiza tus necesidades y opta por un modelo que te garantice rendimiento, fiabilidad y durabilidad.


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