Cada invierno, la misma historia: la gripe vuelve. Pero no es exactamente la misma. Los virus que circulan un año pueden diferir de los anteriores, lo que obliga a los sistemas de diagnóstico y a las vacunas a adaptarse constantemente.
Entender por qué ocurre esto es clave para valorar la importancia de contar con kits de detección actualizados y fiables.
El virus de la influenza: un experto en mutar
El virus de la gripe (influenza) pertenece a una familia de virus RNA que, por naturaleza, tiende a mutar con facilidad.
Existen tres tipos principales que afectan a humanos: influenza A, B y C, aunque los dos primeros son los más relevantes clínicamente.
En el caso del virus de la influenza A, su genoma está segmentado y puede intercambiar fragmentos con otros virus en un proceso llamado reordenamiento genético.
Esto da lugar a dos tipos de cambios:
- Deriva antigénica (antigenic drift): pequeñas mutaciones graduales que se acumulan con el tiempo. Son responsables de los brotes estacionales cada año.
- Cambio antigénico (antigenic shift): combinaciones mayores entre virus de distintas especies (por ejemplo, humana y aviar), capaces de generar nuevas cepas con potencial pandémico.
Lo que esto significa en el laboratorio
Estas variaciones genéticas modifican las proteínas de superficie del virus —hemaglutinina (HA) y neuraminidasa (NA)—, que son los principales objetivos de diagnóstico y vacunación.
Por eso, un kit de detección de influenza que funcionaba perfectamente un año puede perder sensibilidad o especificidad si no se actualiza según las cepas circulantes más recientes.
Los organismos internacionales, como la OMS, realizan una vigilancia continua de los virus de la gripe para identificar qué variantes están predominando. Esta información es la que utilizan tanto los fabricantes de vacunas como los desarrolladores de kits moleculares o inmunológicos para ajustar sus productos.
Así se adaptan los kits de detección de influenza
Los kits modernos —especialmente los basados en RT-qPCR— están diseñados para detectar regiones altamente conservadas del genoma viral.
Sin embargo, los fabricantes revisan periódicamente las secuencias de los virus circulantes para:
- Verificar la compatibilidad de los primers y sondas.
- Introducir nuevos pares de detección si surgen mutaciones críticas.
- Asegurar la detección simultánea de los subtipos más frecuentes (por ejemplo, Influenza A H1N1, H3N2 y B Yamagata/Victoria).
Esto garantiza que el resultado positivo que recibe un laboratorio sigue siendo igual de confiable, incluso si el virus “cambia de cara”.
En resumen
La gripe cambia cada año porque su virus es un maestro de la adaptación genética. Por eso, los laboratorios necesitan kits que evolucionen al mismo ritmo.
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